jueves, 28 de julio de 2011

Cliché

En la puerta está la gorda panza al aire fumando un cigarrillo sostenido por uñas infinitamente rojas.
El piso, las baldosas, el camino al interior.
El seco sonido del beso de bienvenida.
Las palabras. Todas esas palabras que ya fueron dichas tantas veces que las encuentro desteñidas.
Su blusa, abierta, promiscua. Sus tetas como un boleto de colectivo.
La suciedad sobre la mesita de noche, la bombita parpadeante y el orgasmo de memoria.
Ese eco de desamparo aún sonando en su sonrisa destartalada.
Sus gritos desgarrando la carne del hijo que no tuvo, del noviecito que la dejó. Desgarrando la memoria del hijo que ya tuve alguna vez.
El forro usado en el rincón, las medias color carne y sus ojos de telgopor.
Le dejo la tarifa sobre las bragas y me da el vuelto en monedas. ¿Acaso hay algo más triste que el vuelto en monedas?
Me voy, paso aletargado, pero ya estoy muy lejos hace rato.
Estoy sólo desde el momento en que la puta me dijo "pasá dulce, ponete cómodo, son ciento cincuenta del servicio bucovaginal".

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