miércoles, 27 de noviembre de 2013

Un desamor continental

Era difícil que las cosas entre ellos saliesen bien, porque no se entendieron ni siquiera el día en que se conocieron.
Él llegó arrasante, irreverente, errante... todas esas palabras que sonaban más a gorgoteo de ruiseñor que a palabras de una lengua. Lengua dulce era la de ella, serena y de sonidos absorbidos, como si siempre estuviese charlando con su alma.
Desde ese día que se vieron a los ojos por primera vez se eligieron un destino de sangre, sudor, lágrimas y abandono.
Él siempre le negó su pasado, le fue imposible imaginar que ella ya existiese antes de conocerlo. Se sintió amo de su suerte, inventor de su destino y natural beneficiante del fruto de su labor.
Ella, que no era ella sino ellas, porque en su vientre acunaba a todas las mujeres que ya fueron y serán de tierra, nunca pudo reponerse del impacto.
Fue como mirar al sol: un sol brillante y engañoso que enceguese.
El resto, es historia. Se conocieron, él la sedujo con engaños abusando de su ingenuidad, ella entró en en confianza y soltó al viento su oscura cabellera, con la esperanza de conquistarlo.
Pero no, no fue así. O sí, no sé. Puede ser que él se haya enamorado de ella, del encanto tan crudo de sus ojos, pero él no la supo querer.
Se avergonzó de ese amor y la condenó a servirle. La puso derodillas a pedir perdón, la hizo trabajar hasta que le sangró el alma, la trató de ignorante, de primitiva. Se rió de sus creencias, de sus dioses, de sus tradiciones. La usó por años hasta que quedó reducida a la misera (palabra que él le enseñó); y se fue, abandonándola a su suerte.
Ahora ella creció y no anda en línea recta la verdad. Él la mira desde lejos y señala con el dedo sus errores y vergüenzas. Olvidó completamente quién era esa mujer antes de que la conociera.
Y así están, muchos años después, ella todavía no se recuperó del impacto y se revuelca en la miseria. Él es un señor de clase que toma un vermut mientras ve el noticiero de las ocho de la noche: "Crisis en América Latina, nueva sublevación para combatir la miseria". Él bosteza y piensa "son todas iguales".

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